jueves, 11 de marzo de 2010

Seguro

Sé que voy a enunciar una frase que tanto mi señora, como mi madre me echarán en cara: "La bicicleta no es un medio de transporte seguro".
Semejante afirmación no requiere de una elevada teoría o capacidad de discernimiento, basta con asumir que un ciclista es su propia carroceria, parachoques y airbag (ahí vaaaa).

Muchos son los peligros a los que uno se enfrenta: agua, piedras, baches, la pintura de los pasos de cebras, pinchazos, peatones despistados andando por el carril bici, coches en doble fila, conductores impacientes, camiones que pasan muy cerca, placas de hielo, otros ciclistas (somos un poco caóticos e imprevisibles), coches que no indican que giran, escasa iluminación, pequeños despistes, soltar el manillar, golpes de viento ... Cualquiera de estos factores pueden hacer que demos con nuestros huesos en el suelo.

El frio igualmente entenderéis que pueda ser un riesgo, pero lo que no supondréis es que en este año y medio el mayor peligro al que me he visto enfrentado como ciclista sea el propio garaje de casa.

Ayer como todas las mañanas, me desperté a las 6:15 con la radio. Más frio y viento anunciaban. Don´t worry be happy, basta con abrigarnos bien. Salí de casa pertrechado con una braga para taparme las orejicas, garganta, nariz y boca. Ya en el garaje cogi mi bici, me disponía a salir cuando me percaté que tenía la rueda trasera algo desinflada. Apoyé la bici en la pared, al lado del coche del vecino del tercero, y me agaché a quitar el tampon del neumático.

En esas estaba, cuando oí un "ya te tengo cabrón" y recibí un empetón que me hizo rodar por el suelo. Justo me vino para ver a dos tipos abalanzarse sobre, uno de ellos con una barra en la mano, gritar un "eh eh eh eh" y tratar de protegerme la cabeza  con las manos (no sé para qué ya llevaba el casco).
Cuando cerré los ojos como queriendo no ver venir los golpes, algunos niños emplean esa técnica para que no los veas, escuché un salvador "coño que es Gerardo".

En seguida se aclaró todo. Al dueño del coche le han rajado los cuatro neumáticos del coche en dos ocasiones desde el pasado agosto. Cuando me vieron agachado junto a las ruedas pensaron que era el capullo que le estaba jodiendo. La braga tapando media cara tampoco ayudó mucho en mi favor.
Por suerte las bandas reflectores, el casco y el inflador en mi mano les hizo cambiar rápidamente de opinión, antes que yo sufriera contusión alguna. Aún llevo algo de miedo en el cuerpo.

Esta noche supongo que mi bici dormirá en la calle. Parece más seguro

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Que fuete....esperamos que no se repita y que se moderen un poco...jooooolin lo que a ti no te pase chavalicooo. Saludos...tu ahijado impresionado

Anónimo dijo...

Es lo que tiene vivir en el Barrio Oliver