jueves, 15 de octubre de 2009

Roca o Agua

Desde hace unos tres años, hacia mediados de octubre he instaurado la sana costumbre de cogerme un par de días de vacaciones entre semana para ir a ver a los Insectos. Más o menos es como el que se va a por setas, o a por endrinas para preparar pacharán; aunque es condición indispensable ir acompañado de mis hijos.



Esta moda entomóloga que a muchos estirados y elitistas pueda parecer vulgar, es una fuente de satisfacciones inversamente proporcional al tamaño de los bichitos.

Ver a hormigas, escarabajos, arañas, orugas, ... como se desenvuelven en su entorno es una delicia. Y más aún en el Parque Delicias con los Insectos (de PAI): pescamos, olemos, tocamos, saltamos, rodamos, botamos, ordenamos , cantamos, imaginamos, escuchamos, viajamos, construimos, callamos, cambiamos, caemos, miramos, reimos y sobre todo disfrutamos.

Y uno no sabe quién disfruta más si los hijos o los padres: viendo las sonrisas, la cara de sorpresa (nos hacemos adultos cuando dejamos de asombrarnos), o cierto brillo respingón en la mirada de sus pupilos. Aplaudo al concejal que haya decidido repetir esta actividad infantil durante las Fiestas de Pilar (gratis y muy participativa); y animo y sugiero que se repita en futuros años, ampliando la oferta a otros parques/zonas de la ciudad, para evitar las masificaciones que se producen por las tardes y fines de semana (el boca a boca es un publicidad tan fuerte!). El que aún no lo conozca, todavía tiene 2-3 días para verlo.
El caso es que en una de las visitas al Parque, estabamos construyendo un "castillo" con piezas de madera. Un niño se acerco a Yago y le quitó un par de maderitas. Yago empujó al niño, así que fui rápidamente a reprenderle: "Yago no se empuja" aún pensando que posiblemente es un acto reflejo de defensa. El otro niño se llevó las piezas, pero lo que más me molestó es oir al padre decir: "¡No te dejes, empujalé tú!". Le miré a los ojos, e hice un ademan con la cabeza, a lo que el tarugo contestó "¡Qué!".
Sinceramente, y estoy convencido de ello; la violencia no es el mejor método para solucionar conflictos. El diálogo, la empatía, el amor son soluciones más efectivas, quizás no a corto, pero sí a medio/largo plazo. El agua, pese a su fragilidad, erosiona con el tiempo la dura roca, hasta convertirla en fina arena.
Así que espero ser agua, espero que nunca me oigan jalonar a mis hijos "pegale tú", o ese frase de "prefiero que peguen a que les peguen". Como decía el bueno de Gandhi: Ojo por ojo y el mundo quedará ciego. Yo prefiero que ni peguen, ni les peguen.
¿Y ustedes prefieren ser agua o piedra?
Recomiendo una lectura interesante de Eduard Punset: Viaje al Amor

2 comentarios:

bflog dijo...

Quita, quita. Como diria el fallecido Andres Montes (DEP) hay que salir a morder, guau, guau.
Lo que tienes que enseñarle a tu hijo es que al proximo cafre que se acerque a levantarle bien sea una pieza de castillo o una chavala lo que tiene que hacerlo es cogerle un pellizco en el escroto y retorciendolo (mejor 270 que 180º) hacerle devolver lo sustraido con la promesa de no hacerlo jamas (y ya puestos que cante el himno de la Virgen del Portillo).
Eso sí, predicando paz, buen rollito y libros de Punset.
Y si el padre se pone tonto. pues que también se vaya con lo suyo.
Asi se acaba con tanta tontería.

colaborador dijo...

Como diría Manu Chao "tristeza infinita".
Totalmente de acuerdo con tigo. Aún existen padres que jalean a sus hijos en conductas agresivas. Definitivamente muchos niños son las victimas de sus padres agresivos, que no entienden que esas soluciones son perjudiciales a medio plazo, y después le echamos la culpa a la Escuela que no educa. Espero que mis hijos sepan comprender la diferencia entre roca y el agua.
Un saludo y enhorabuena por tu Blog.(Encontrado de "chiripa")