domingo, 2 de agosto de 2009

Interiores

De todos es conocido que el uso de la bici en vez del coche como medio habitual de transporte, tiene una serie de ventajas económicas: gasolina, seguro, neumáticos, aparcamiento, reparaciones.

Menos son los sabedores de que, por contra en bici, el presupuesto en ropa interior se dispara cuadráticamente con las distancia recorrida. Y no es porque los biciclistas seamos unos cagaos o nos caguemos en algunos conductores; sino por el roce continuado.

Dada mi natural animadversión a ir de compras, siempre he tenido cierta tendencia a estirar el uso de mi ropa.

Con los calzoncillos no ha sido distinto, pese a la insistencia de mi mama para salir de casa con ropa interior decente, por aquello de lo que pueda pasar.

Limpia la llevaba, pero también con algún tomate, si es que esta terminología se puede exportar del calcetin al calzoncillo. Ventilación asistida solía argumentar en defensa propia.

En bici, la germinación del tomate es mucho más rápida que en mis anteriores y confortables coches de empresa. Así que de mi cajón van disminuyendo el número de boxers exponencialmente (en esto si que soy inflexible: boxer de punto, nunca de algodón; nunca slip ni tanga). Un o dos agujerillos pasan el corte.
Al tercero, o si uno tiene un tamaño de pulgada, suelo oir la queja de Nines, que actúa como un pepito grillo por lo que acabo yendo al cubo de basura a desembarazarme de tan querido compañero de andaduras.

Ahora que el fenomeno Bizi pega fuerte en Zaragoza, espero que pronto el ayuntamiento se decida a instalar contenedores para reciclar los calzoncillos y bragas de tantos y tantos ciclistas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Propongo esta alternativa http://www.report-fotografia.com/ciclonudista/ciclonudista01.htm
Sin duda es mucho mas economica que la de los contenedores de gayumbos y contaria con el patrocinio de dermatologos y empresas de protectores solares.